América Latina, una convulsión generalizada

América Latina, una convulsión generalizada

Asociación Latinoamericana de Sociología – ALAS

COMUNICADO

AMÉRICA LATINA, UNA CONVULSIÓN GENERALIZADA

Para la Asociación Latinoamericana de Sociología (ALAS), la situación de crisis generalizada  por la que están atravesando los pueblos latinoamericanos no es casual.  Tiene su génesis en el endeudamiento externo en que incurren nuestros países como fruto de las recomendaciones económicas que imponen los organismos financieros internacionales (IFIS), con lo cual crean un nivel de condicionamiento político, económico y social prácticamente interminable.

Con el objetivo de cobrar una deuda que se vuelve eterna, esos organismos financieros al servicio del gran capital y de los gobiernos locales aliados, diseñan planes para el manejo de las economías en nuestros países, consistentes en políticas de austeridad en el gasto social (salud; educación, sobre todo la universitaria, que no reconocen como obligación prioritaria del Estado;  pensiones y jubilaciones, entre otros); también políticas de recortes presupuestarios como medidas de ahorro y contención del gasto público. Como consecuencia de dichas medidas, todo sube menos los salarios y se reduce sensiblemente el nivel de vida de las grandes mayorías: sectores depauperados, indígenas, campesinos y afrodescendientes, en primera instancia.

Estas medidas constituyen recetas tradicionales del neoliberalismo, teoría económica y política entre cuyos principios centrales se encuentra el de evitar que los estados intervengan la economía y permita que solo las leyes del mercado la regulen, con lo cual impiden el diseño y aplicación de políticas de bienestar y justicia social en beneficio de los pueblos. De ahí que siempre propongan privatizar  las empresas estatales, especialmente las que brindan servicios esenciales a la población, como el agua, la energía eléctrica, la seguridad social, el gas, el transporte público, las comunicaciones, entre otras, aduciendo la mal llamada libre competencia y el clisé de que el Estado es mal administrador, en base a esas prerrogativas proponen siempre la liberalización del comercio, en base a las leyes del mercado capitalista, facilitadoras de  la corrupción.

Sin embargo, uno de los peores derivados del neoliberalismo  es la profunda desigualdad social que se manifiesta en los niveles de pobreza, desempleo, inseguridad, violencia, migraciones forzadas, entre otros factores, que han ido en desmedro de las condiciones de vida de los pueblos latinoamericanos.

Las políticas económicas neoliberales han generado grandes movilizaciones en rechazo  de  las injustas medidas tomadas por los gobiernos empresariales de Latinoamérica, las cuales en algunos casos han tenido que retroceder después de represiones que han dejado muertes, heridas y heridos, violencia desmedida y desinformación amañada por las grandes corporaciones comunicativas.

Las mismas causas, aunque visibilizadas en factores diferentes, como el aumento en los derivados del petróleo, servicios públicos, recortes a la educación pública universitaria, tarifas impagables, entre otros, han sido el iceberg por el cual han salido a protestar los pueblos de Haití, Ecuador, Chile, Honduras y Costa Rica.

Haití, el país con la peor desigualdad de América Latina y donde se sobrevive con menos de dos dólares al día, el año pasado vivió una profunda crisis migratoria y ahora entra en su séptima semana continua de movilizaciones, una semana crucial de protestas que buscan la renuncia del Presidente de la República Jovenel Mois. La situación socioeconómica y política es alarmante, y está gravitada por la corrupción gubernamental  y la inseguridad ciudadana. Haití no soporta un aumento más y le querían imponer otro en el precio de los derivados del petróleo. Sus manifestaciones han sido reprimidas con saldos mortales y muchas personas heridas, pero los paquetes económicos, la ingobernabilidad y el estado deplorable en que el sistema tiene sometido al pueblo haitiano, mantienen en las calles a las masas populares.

En Ecuador, las gigantescas manifestaciones surgidas a partir del 3 de octubre, fueron un contundente rechazo al paquete económico neoliberal  que buscaba un préstamo por unos 4.200 millones de dólares del FMI.  Se buscaba eliminar  los subsidios al combustible, los cuales tienen 40 años de vigencia, y ésta sola disposición disparaba los precios de la gasolina y sus derivados.  Luego de doce (12) días de resistencia, el pueblo echó abajo las medidas establecidas por decreto, pese a las campañas mediáticas falseadas.

Chile, luego de 30 años sin dictadura militar, el pueblo chileno  se levantó contra el alza del pasaje  en el Metro y el 7 de octubre irrumpió con enojo cuando el llamado panel de expertos (para la determinación de tarifas) decidió  subir el pasaje de este medio de transporte a  830 pesos (aproximadamente 1.15 dólares). Fue el detonante  que estalló con la acumulación de un descontento social  cargado de atropellos y persecuciones, iniciado por estudiantes y  que se ha convertido en una gran rebelión social.

Honduras, segundo país de Latinoamérica en desigualdad, ha vivido una crisis económica y política que obliga  a sus habitantes a migrar. Hoy se levanta nuevamente contra las medidas privatizadoras, porque el 26 de abril, el Congreso Nacional de Honduras aprobó  dos  reformas vinculadas a las áreas de educación y salud, y esto generó grandes movilizaciones y paros en  rechazo a las privatizaciones de ambas áreas del sector público, creando la  Plataforma para la Defensa de la Salud y Educación Públicas. El gobierno se vio obligado a retirar las propuestas en junio. Las movilizaciones no pararon en todo el país, más bien se fortalecieron y retomaron las calles el 18 de octubre, exigiendo la renuncia del presidente de la república, porque  un jurado de Nueva York sentenció  por narcotráfico  a uno de sus hermanos. La fragilidad de la economía y el poder político siguen teniendo en vilo al pueblo hondureño.

Costa Rica, desde el 17 de octubre, estudiantes, profesores/as y sindicalistas se mantienen  en protestas y movilizaciones constantes en defensa de la educación pública universitaria, exigiendo el respeto por el  Fondo Especial de Educación Superior (FEES). La política económica   neoliberal  le ha impuesto un recorte al presupuesto para el 2020 al conjunto de  universidades del sector público. Les  han desviado  70.000 millones de colones (alrededor de  122 millones de dólares) de la partida de gasto corriente hacia la de inversión de capital, generando un descontento popular, encabezado por las y los estudiantes.

La situación de convulsión  generalizada en América Latina ha puesto en jaque a todos los gobernantes de los  países que en los últimos meses y semanas han sido escenarios de legítimas  protestas. Diagnosticamos que si los gobiernos no  eliminan las intenciones de seguir imponiendo políticas neoliberales, que van atadas a reformas en su marco legal, los pueblos seguirán en esa ruta de movilizaciones en las calles como  la única forma de detener las privatizaciones y aumentos en los precios de los servicios públicos, para  proteger los derechos ganados y  exigir mejores condiciones de vida, acompañados con la exigencia de justicia social.

Por todo lo expuesto y las alarmas que resuenan a lo largo y ancho de este continente, ALAS se solidariza y apoya los justos reclamos de los pueblos de América Latina.

25 de octubre de 2019

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