ALAS frente al muro de la ignominia
La Asociación Latinoamericana de Sociología, ALAS, manifiesta su preocupación y desagrado en relación con el contenido y las repercusiones posibles de una serie de medidas anunciadas por el nuevo gobierno del Señor Donald Trump como presidente de los Estados Unidos. Para enumerar solo algunas: reinicio de la construcción de los oleoductos Keystone XL y Dakota Access, interrumpidos por un decreto presidencial, logrado en meses pasados gracias a la movilización y resistencia de la comunidad sioux Standing Rock y de ambientalistas; los signos poco amistosos contra diversos países ; algunas medidas tomadas que agravarán la situación de millones de migrantes llamados “ilegales”, tales como los impuestos a las remesas, su deportación masiva y el tratamiento que las y los criminaliza.
En su experiencia de propiciar y discutir trabajos de investigación sociológica en toda América Latina en las últimas seis décadas, ALAS y sus miembros han estimulado el conocimiento y promovido las causas de la democracia, los derechos humanos, la solidaridad entre los pueblos y promovido perspectivas críticas de pensamiento. Desde su experiencia y valores compartidos, no puede sino expresar su cuestionamiento respecto de las tendencias que las referidas medidas anuncian, especialmente en relación con los pueblos latinoamericanos.
Esas medidas parecen apuntar hacia una nueva ola autoritaria en términos domésticos e internacionales, parecen anunciar tiempos oscuros y violentos.
Consideramos que la política migratoria y otras órdenes de la agenda doméstica y exterior, dictadas por D. Trump, presidente de los EEUU y su gabinete: 1. son una severa amenaza para América Latina y el Caribe, 2. constituyen una violación a los derechos humanos, a la soberanía y la dignidad de las personas, así como al principio de convivencia pacífica entre pueblos y naciones y 3. coartan el libre devenir de nuestras sociedades. Por eso, ALAS reitera su solidaridad con los pueblos del mundo, con América Latina y especialmente con México, hoy nuevamente objeto de agresiones estadounidenses, al criminalizar a sus migrantes, culpándolos de la crisis económica y la desocupación interna, al anunciar la construcción del tramo final del muro, amenazando con imponer aranceles para recuperar lo gastado y aumentar la presencia militar estadounidense. Al ser México parte de América Latina, sus problemas y desafíos comprometen el presente y el futuro de nuestros países.
ALAS también expresa su preocupación frente al ascenso a cargos de primer nivel de la corriente más conservadora de la élite militar, expertos en ocupaciones armadas, seguridad y defensa en América Latina, Oriente Medio, Asia Central y África. Esto no por tratarse de personal militar, sino por el contenido de las posiciones que representan los nombrados por el presidente Trump para distintos eslabones de gobierno y de autoridad en la definición de sus nuevas políticas.
Hay elementos fundamentales de la agenda Trump que nos parecen expresar el desprecio por el diálogo, la exaltación ultranacionalista, racista y xenofóbica, la impaciencia y la intolerancia, como principios reguladores entre las naciones. Esta tendencia, congruente con la percepción excepcionalista y de supremacía que tiene de sí misma la potencia anglosajona, llevó en el pasado, incluso el pasado reciente, a la escalada de la violencia, a los crímenes de odio, persecución y exterminio de minorías étnicas, y dejó flujos crecientes de migrantes.
La pura idea del muro en la frontera con México es un oprobioso estigma que excluye y discrimina. Simboliza claramente el rechazo a todo lo que es diferente, donde el “otro” es el inferior y el débil, simboliza el rechazo a quienes se han visto forzados a migrar al país del norte en busca de trabajo (desde México, Centroamérica y el Caribe, principalmente), sin cuyo aporte económico y social sería impensable la prosperidad y el enriquecimiento intercultural de los EEUU como potencia económica y nación.
Estamos convencidos de que estas posiciones van en contra de la realidad de millones de ciudadanos y ciudadanas americanos/as. No es casualidad que la segunda comunidad de habla hispana del mundo se encuentra hoy en Estados Unidos, ni que las decisiones del actual Ejecutivo estadounidense no las comparten muchos gobiernos locales, los que se niegan a terminar con la protección de las “ciudades santuario”, ni las aceptan grupos y comunidades de migrantes latinoamericanos con ciudadanía estadounidense; vemos mujeres y minorías sexuales, movimientos que convergen en luchas por la libertad y los derechos de todos/as, que se ven atacadas por un gobierno patriarcal y conservador.
Por eso, es tiempo de expresar nuestro apoyo a los que luchan, en los Estados Unidos y alrededor del mundo para que prevalezcan los valores de los derechos humanos, de la justicia y de la solidaridad entre los pueblos, y llamamos a volver la mirada hacia nosotros mismos, desandar para encontrarnos, construir puentes de colaboración, solidaridad e integración desde y para América Latina.
Recientemente, Joan Manuel Serrat dijo en una entrevista que: “Los muros son el resultado de muchas fronteras anteriores, de muchos prejuicios, de muchos miedos, de mucho egoísmo.” Nuestras sociedades, cada vez más interdependientes por las migraciones internacionales, no pueden aceptar la muerte y la segregación fundadas sobre esos contravalores del neoconservadurismo que se han instalado en la Casa Blanca. Como sociólogos/as, lanzamos una señal de alerta que es también un llamado a la acción desde nuestros campos del saber, y de la identificación de un horizonte de vida y civilización que derribará esos muros producto de la colonización de nuestros mundos.
En representación del Comité directivo