SOBRE LA PANDEMIA Y LA COPRODUCCIÓN

Sobre la pandemia y la coproducción

Alberto L. Bialakowsky

La pandemia y la ciencia. La pandemia junto con producir una crisis global ha desnudado una serie de fetichismos, entre ellos el modo de producción y distribución científica. De hecho se ha puesto en interrogación sobre su contribución a la distopía social, ya que se la vincula con el estrecho lazo para acelerar el desarrollo de las fuerzas productivas capitalistas coloniales como así la propia dominación geopolítica del conocimiento conocimiento (Mignolo, Grosfoguel).

Sujetos colectivos de conocimiento. En este contexto las expresiones intelectuales colectivas internacionales de resistencia anticoloniales progresistas han cobrado visibilidad tales como el Segundo Manifiesto Convivialista (2021), el Manifiesto Grupo de Puebla (2019) o bien  como el Manifiesto Internacional Progresista (2020), que en coincidencia han situado en sus declaraciones como una de las prioridades fortalecer y estrechar relaciones y vínculos entre la producción científica y la sociedad.

Relaciones negativas entre la ciencia y la sociedad. Con frecuencia estas relaciones han asumido una diversidad de formas, en casos negativos puede mencionarse los señalados como “epistemicidio” (Sousa Santos),  relaciones asociativas del bloque “Ciencia-Estado-Corporaciones” (González Casanova),  o bien como las recientes experiencias del pasado quinquenio en Argentina y Brasil, causados por efectos de políticas neoliberales, cuyas desinversiones gubernamentales en C&T han sido catalogadas “cientificidas”. A nivel global pueden citarse también la vigencia de una geopolítica del conocimiento expresada a través de patentes de propiedad intelectual cuyo efectos de concentración (Delgado Weis), tal como se espeja actualmente en la asimétrica disposición de vacunas en el orden mundial, tales efectos podrían calificarse como efectos –no deseados- de la ciencia formando parte de una necropolítica (Mbembe) del conocimiento.

Interrogación sobre el método de producción científica. ¿Debe desvincularse esta suerte de descontrol de las fuerzas productivas o su control geopolítico de la praxis de los colectivos e instituciones productoras de saber? O acaso no deberíamos investigar si ya desde el punto de partida en los propios métodos productivos de saberes no radica el germen de su labilidad y así resultar funcionales a dichas dominaciones como a su absorción y direccionamiento por parte de las fuerzas productivas antedichas.

Individualismo epistémico. Una de las claves que por hipótesis sostenemos que dicha fragilidad interna obedece tanto a sus condicionamientos adiafóricos (Bauman), como especialmente a los condicionamientos que impone la hegemonía del individualismo epistémico a la praxis científica. Condicionamiento que se expresa se expresa –entre otros efectos- con la exclusión o la marginalidad de la producción colectiva de conocimientos, es decir del método de coproducción investigativa.

La coproducción investigativa. La acumulación de metodologías participativas y dialógicas transformadoras cuentan ya con un gran acervo desarrollado en América Latina y el Caribe. Tales metodologías refieren por ejemplo a: investigación acción participativa, socio-praxis, colaborativas, situacionales o bien de coproducción. La crisis cognoscitiva provocada por el actual efecto global de la pandemia ha puesto en cuestionamiento las bases epistemológicas mismas que legitimaban hasta aquí las relaciones “normales” entre productores de la “ciencia normal”. Una de las claves para comprender dicha crisis del paradigma, como sus posibles salidas, se dirige a cuestionar la reproducción del “individualismo epistémico” que normaliza las expresiones individuales en contenidos, metodologías y marco epistémico (Piaget-García) y reduce a la marginalidad el pensamiento, la investigación y la distribución colectiva del conocimiento como bien común.

La investigación ocurre en colectivo. Un texto científico siempre convoca a una otredad, implica en sí trascendencia, pues esculpe con su pronunciamiento un decir para existir por fuera del ego que lo crea. La inscripción del texto, ya en este sentido mismo, construye una praxis dialógica. La formulación como manifiesto subjetivo recuperará adhesión en la medida que en su locución y significados resulten empáticos para el prójimo o bien que el poder del emisor los imponga. En cambio una elaboración lanzada urbi et orbi proveniente, ya no de un ego en soledad, sino de un colectivo intelectual posee en sí un doble don, el que se deriva de sus interpretaciones y el poder que le otorga provenir de un sujeto intelectual plural, de un colectivo.

El cuestionado fin de los grandes relatos. En época post-1989 de primacía hegemónica sobre las nociones la supresión de los grandes relatos. Las crisis sucesivas en el “orden global capitalista” han incidido cada vez más con un replanteo geopolítico e intelectual sobre este horizonte social de cierre abismal, del fin de las ideologías. Justamente en medio esta expansión mundial distópica, que se ha agudizado o precipitado por la crisis planetaria provocada por la pandemia del virus covid-19. Resulta propicio entonces introducir en el debate científico las contribuciones de los sujetos intelectuales colectivos como tales, crean teoría tanto en los claustros como en las calles.

Las contribuciones de la coproducción. Distinguimos en las dinámicas de coproducción dos procesos complementarios. Un primer significado puede atribuirse a la coproducción como la co-creación de un fenómeno natural o naturalizado que fluye socialmente a través de una interacción creativa reproductiva. Un segundo significado lo referimos a la coproducción como método científico investigativo, cuya dinámica se complementa con aquel primer significado, ya que su praxis colectiva cognoscitiva se distingue por sus caracteres colaborativos, dialógicos y trans-disciplinarios.

Las claves de la coproducción investigativa. Entre sus elementos claves pueden distinguirse cinco condiciones metódicas: a) la creación de conocimientos por medio de una praxis colectiva de saberes transformadores, b) la creación y expansión del propio colectivo cognoscente coproductor, c) la interpelación del intelecto social hegemónico, d) su contribución al giro epistémico del paradigma científico desde pensamiento crítico, en nuestro caso latinoamericano y caribeño, e) la consideración fundadora de la reciprocidad (ayni) en toda relación co-gestante.

En síntesis. Frente a la fragmentación, el aislacionismo, el individualismo, como búsqueda de sentido frente a los más grandes desafíos, en los que la ciencia se muestra impotente, surge –por hipótesis- la necesidad de negar con fuerzas cognoscitivas plurales la negación que se ejerce sobre la asociación creativa para la producción de conocimientos transformadores. Así pensamos que más que como un sustantivo la coproducción tratase de una praxis, que reúne teoría y práctica, del conocimiento como un bien en común y como derecho universal.

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