LXS MUERTXS QUE NUNCA MUEREN

LXS MUERTXS QUE NUNCA MUEREN

Por Nora Garita, exPta. ALAS

Se cumple un año de las protestas en Nicaragua, las cuales fueron fuertemente reprimidas. Al inicio, hubo marchas contra una reforma que bajaba el monto de las pensiones, y el estudiantado se solidarizó “con los abuelos”. La represión tan fuerte provocó un proceso en el que se fueron sumando otros malestares acumulados: pensionados, campesinos, ambientalistas y comunidad científica, todos opuestos al proyecto del gran canal interoceánico e indignados por la inacción del gobierno ante el incendio de la reserva de Indio Maíz. Fue una insurrección cuya respuesta fue la represión violenta de médicos, profesores, periodistas. El saldo anual suma personas muertas, encarceladas, torturadas y un alto exilio. En los primeros cinco meses, llegaron a Costa Rica unos 30.000 refugiados, cifra que crece día con día.

Abril recuerda la masacre del dictador Somoza a unos estudiantes, tal como lo evoca Ernesto Cardenal: “En mayo / florecen los malinches en las calles de Managua/ Pero abril en Nicaragua es el mes de la muerte. En abril los mataron”. Abril del 2018 fue de nuevo el momento de otra represión violenta a las protestas estudiantiles, que ha acallado y perseguido la prensa de oposición y violentado la autonomía universitaria.

Para no olvidar lo sucedido, se organizó en Costa Rica un evento, convocado por el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad de Costa Rica, con la participación de estudiantes asilados en el país desde entonces. Este tuvo lugar en el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo, donde se instaló la obra LXS MUERTXS QUE NUNCA MUEREN, del arquitecto nicaragüense Marcos Agudelo.

La silueta de Sandino, uno de esos muertos que nunca mueren, está acostada en el piso. Su cuerpo se ilumina con velitas que representan EsXs Muertxs que nunca mueren. Sandino y la luz están asociados en el imaginario nicaragüense, como lo dice el poema de Ernesto Cardenal: “¿Qué es aquella luz allá lejos? / ¿Es una estrella? / Es la luz de Sandino en la montaña negra”.   Desde lejos, las luces de las velitas son parte de ese cuerpo trazado en el suelo y suben hasta perfilar la figura de un volcán. Ambos elementos: Sandino como símbolo que aglutina la nación nicaragüense y el volcán como representante activo de ese territorio de volcanes de fuego que identifican el escudo nacional, dan cuenta de una nueva Nicaragua que está viva, territorio donde lxs muertxs siguen iluminando. Refiriéndose a la obra de Agudelo, el director del Instituto de Investigaciones Sociales, Dr. Sergio Villena, dice:

“Sandino no es ya una figura patriarcal erguida, que convoca a la lucha armada, es una figura horizontal y femenina, que llama a construir una sociedad democrática. Ese Sandino Coatlicue es un volcán que anuncia una nueva Hora 0 para Nicaragua.”

El acto mostró el repudio de la juventud nicaragüense a esa mezcla de patriarcado, autoritarismo y militarismo que ha marcado la vida política de ese país y ha llenado de sangre su historia. Los jóvenes cantaban durante el acto conmemorativo: “Ay Nicaragua Nicaragüita, abonada con la bendita Nicaragüita, sangre de Diriangén”.

Pero las consignas que gritaban esa noche durante el evento, dicen de una nueva esperanza que se levanta con las luces de las velas blancas de esxs muertxs, quienes fueron nombrados uno a uno. Más de 500 nombres fueron leídos en voz alta y el público gritaba: “Presente”, justamente porque exs muertxs no están mertxs.

Un giro en la letra del himno sandinista da cuenta también de esa nueva vía que se abre en la historia, camino que emprenden estas y estos jóvenes. En vez de cantar: “Patria libre, vencer o morir”, gritaban: “Matria libre, vencer o vivir”. Sin patriarcado, sin sangre, sin muerte. No se trató simplemente de un velatorio con velas blancas, sino de luces que alumbran el camino de la ruta hacia una nueva Nicaragua

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